cc2 @gusarapogusara1
Hace unos días se rompió una pieza del tractor.
La misma pieza se había roto en ocasiones anteriores y la había sustituido por otras nuevas. Dado el elevado precio, había llevado a reparar una de las rotas hace tiempo.
Hace más de un año.
Antes de quitar la pieza estropeada, +
me acerco al taller donde se supone que habrían realizado la reparación, pero mira por dónde, ¡Oh, sorpresa! La pieza no sólo no estaba reparada sino que también se había extraviado.
Por lo visto, la pieza decidió por su cuenta y riesgo esconderse bajo una montaña de varias +
toneladas de vigas de hierro, perfiles HEB e IPN, tubos, palastros…
Es lo acostumbrado por las piezas que se sienten solas y abandonadas por sus propietarios, echarse a andar por los talleres. Lo digo porque junto a la mía había algunas más.
Explicó lo que sucede, la +
necesidad, la urgencia, lo justificado de la inmediatez de la reparación… Bla, bla, bla… Bla, bla, bla.
Me emplazan para una semana.
Me fío del dueño del taller, de su palabra, pero a los tres días me presento de vuelta.
El tractor está trabajando en malas condiciones y me +
arriesgo a una avería mayor.
Tras varios días y ante mi correcta y calmada presencia, reparan la pieza.
He de llevarla a un segundo taller para completar la reparación y para eso necesito parte de la pieza que aún está montada en el tractor.
La desmonto. Bajo el sol. Me hierven+
los sesos.
A la mañana siguiente, a primera hora, estoy en el segundo taller. Se ponen al momento con el asunto. Me conocen, pero el trato es bueno con todo el mundo. Son cumplidores.
El mecánico me mira con sorpresa y me dice que la pieza reparada no es igual que la averiada.+
Ahora el sorprendido soy yo. Efectivamente, se han equivocado y un servidor no ha tenido la precaución y el buen hacer de comprobar el trabajo antes de salir del primer taller.
Piezas al coche y a correr.
Un tráfico endiablado. Gente por todas partes y cruzando las calles a la +
buena de Dios.
Casi una hora más tarde estoy entrando por la puerta del primer taller.
Me atiende un oficial que nada más ver las piezas se lleva la manos a la cabeza.
Está sólo y no me promete nada.
Le ruego, le suplico, le imploro.
Se pone a ello.
Hablo con su jefe. La culpa +
es mía, obviamente. Pero hay que buscar soluciones y dejarse en paz de historias.
Soplete, radiales, escoplo, martillo, paciencia, efectividad y la pieza está preparada en el banco para ser soldada. Pero hacen falta dos personas y yo no cuento. El jefe tampoco.
Recurren a un +
aprendiz. Hay varios aprendices. De los de ahora, no de los de antes, no como el oficial que me está atendiendo y que lleva más de treinta años trabajando en esa empresa y que entró con los mocos cayéndole por la cara para tirarse mucho tiempo barriendo el suelo del taller +
y actuando de correveidile antes de pasar a tocar una triste llave inglesa.
Ahora los aprendices son estudiantes en prácticas.
Se muestran disconformes, los aprendices, quieren irse, queda un cuarto de hora para la hora de salida, y hay que irse, y se van.
El oficial echa +
chispas.
De seis sólo uno parece haber mostrado interés, pero no pueden contratarle por motivos ajenos a ellos, y les hace mucha falta, le necesitan, pero no va a poder ser.
Los otros cinco no les interesan, y los quieren lejos, muy lejos. Es lo que hay. O mejor dicho, es lo +
que no hay. En todas partes falta personal, necesitan gente preparada, correcta, con ganas de trabajar y de aprender, pero no hay.
Los que sabían trabajar y estar, aquellos que aprendieron a base de sudar, se van jubilando, y tras ellos, poco realmente bueno. Ya no hay, por +
aquí, mecánicos, hay cambiadores de piezas que no sueltan el móvil y que se ahogan en un vaso de agua porque no han sido formados y preparados para resolver, sólo lo han sido para seguir un guión. Y además andan muy faltos de humildad y muy sobrados de soberbia.
Y así en +
todos los oficios. Ni hay personal ni hay ganas de trabajar. Y quien puede se jubila, harto y cansado de luchar contra los tiempos.
Pasarán cuatro años, seis, diez, no más, y todo se vendrá abajo. Algo falla y lo hace a lo grande. No hay compromiso. Hay muchos pájaros en las +
cabezas, mucho deportivo elegante y veloz, poca sesera y menos voluntad.
A mediodía conseguí instalar la pieza reparada. Ahora hay que recuperar el tiempo perdido y volver a insistir en la reparación de otra, porque se volverá a romper, y no faltando mucho. Porque las cosas de +
ahora se hacen para que se rompan, para que no duren. Mucho diseño, mucho plástico, mucho «made in PRC», mucha tecnología, mucho precio, pero poca duración y fiabilidad.
Y así vamos, traqueteando, pero sin confianza en el sistema.
No espero que me comprendan, al menos hasta +
que les toque pasar por algo similar.
Feliz tarde.